Un año más, una nueva temporada de triatlón, y vamos ya por la décimo cuarta. Y por mucho que pase, siempre aprendiendo de cada uno de los procesos.
Cuarta vez que participaría en esta prueba. La 1ª vez en 2021 tuve que retirarme por hipotermia, las dos siguiente conseguí subir a podio de mi categoría con un 3er puesto en 2022 y primer puesto el año pasado. El Infinitri 113 Peñíscola lo tiene tan bien organizado, con unos recorridos tan bonitos, cuidan cada detalle por el triatleta, que es sin duda una prueba a estacar en el calendario.
Fue la primera a la que me inscribí en octubre, tan pronto salieron las inscripciones. Es tan bonita que tenía claro que sería la primera de las pruebas con la que dar comienzo la nueva temporada de competiciones. Aunque esta vez, llegaba de una forma muy diferente y… todo acaba pasando factura de un modo u otro. Pero no había excusa ninguna.
En todo caso, iba con único objetivo, disfrutar de poder estar allí y de la competición. ¿Lo conseguí? . Te lo cuento todo en detalle, pero tendrás que llegar hasta el final.
Como os prometí en Instagram, la crónica de la prueba que espero la disfrutes.
El año pasado, deportivamente hablando, fue un año increíble y en el que creo he estado más en forma que nunca. La crisis personal, emocional , la rabia…tenía que canalizarlo todo de algún modo, y los entrenamientos eran una vía de escape en ocasiones. Y aún así, fue de todo menos fácil.
Y como te contaba al principio, creo que la psique, la mente, por muy fuerte que una sea, quiera ser o tenga que serlo, al final, también necesita un descanso. Si algo he aprendido es que ella manda, para todo según la alimentes, hasta que ya no puede más y se niega a trabajar.
No cumplí como debía con el período obligado de descanso total allá por Octubre-Noviembre; seguía lidiando con mil batallas dentro de mi, y al final…(digo yo será del cúmulo de cosas e ir remando a contra corriente durante tanto tiempo, no sé), a comienzo de año me puse enferma y no suelo enfermar casi nunca. Una infección en el pecho, 10 días de antibióticos…y a tomar por saco la continuidad de entrenamientos. Casi 3 semanas sin apenas entrenar, por que además la toma de antibióticos te deja literalmente hecho polvo.
Pasan las semanas y aunque doy continuidad a los entrenamientos, me cuestan la vida; ritmos que debían ser relativamente cómodos, mantenerlos requería de muchísimo esfuerzo…de un día a otro, no recuperaba en condiciones; por más que quisiese pensar que sí…pero el entrenador, lo vio claro y tras una larga conversación me dio dos opciones.
Escogí esta vez hacerle caso: 2 semanas de DESCANSO TOTAL. Y cuando me refiero a descanso total es, no hacer nada salvo comer bien, dormir y tratar de coger algo de peso como me indicó el míster.
A esas alturas de la temporada pues, rompe todos los esquemas y planteamientos pero, era la opción más sensata. Habría que volver a empezar una vez más desde cero. Pero lo asumí y cambié rápidamente mi idea sobre la primera competición de la temporada.
Apenas 10 días antes, no me veía ni física ni mentalmente haciendo un medio Ironman. Aunque fuese mi cuadragésimo quinto o qué se yo el número…Que me sintiese competitiva ya asumí entonces no estaría, pero que no lo tenía nada claro, era algo evidente.
Que llegaba “justita”, me lo había confirmado el entrenador, y pensé en anular todo 10 días antes. La cabeza no estaba donde tenía que estar, y soy la única responsable de eso, qué le vamos a hacer. Pero un buen amigo me dijo que, tirase para adelante como había hecho hasta ahora, que lo hiciese por mí.
Finalmente le hice caso. Era importante poder atreverme para poder recuperar la confianza en mi. Todo en marcha y yo venga a visualizar cada segmento de la prueba todos los días de la semana previa, como si ello me fuese a quitar el miedo. (normalmente me aporta cierta tranquilidad).
DÍA PREVIO INFINITRY 113 PEÑISCOLA
Una vez llegados allí, todo era igual pero muy muy diferente. (mis amigos saben a qué me refiero), y claro, no contaba con que eso, me provocara un descoloque brutal. Pero oye, había ido a jugar. Era importante para mi. Alguna vez iba a ser esa primera competición de la temporada que me encendiese de nuevo la llama.
Así que el objetivo era disfrutar al máximo y hacerlo lo mejor posible con lo que tenía en ese momento. Disfrutar de los amigos, volver a la competición y otras cosas. Ni vatios, ni ritmos, sólo ir por sensaciones e ir ajustándome acorde a ello.
El día previo, la carrera de activación, cenamos en el italiano de la última vez y a descansar. Dorsal recogido, nervios los justos. – “Va bien Isa, tranquila”.
El sábado salimos Jose y yo a mover piernas en bici. Como era la cuarta vez, el circuito ya lo conocemos y la idea era hacer la activación de rigor y comprobar que las bicis estaban listas. Todo en orden.
Por la tarde, entrega de bicis, saludar a compañeros y pasar un ratito entre amigos, Carlos Y Yolanda, Laura y Nacho, y Carlos, todos del Kálamos, para no pensar en el día siguiente… Mi amiga Chantal se acercó a estar con nosotros, me dio parte de esa energía arrolladora que tiene y entendió todo sin apenas decirla nada. Para mi, un lujo tener amigas así.
Ya sabéis que la natación precisamente no es mi fuerte, y si a eso le añadimos una temperatura de 15 grados, pues tenía el cocktail perfecto para inquietarme un poquito más…Ya lo tenía asimilado, y me reforzaba con pensamientos positivos tales como: “Tranquila Isa, ya probaste el agua, no está tan fría; estará el mar calmado para poder disfrutar de la natación…es sólo un ratito”.
Le añado que, cuando me inscribí (con lo bien que se dio la temporada anterior, claro, me vine arriba entonces), lo hice en categoría Élite. Hecho del cual me di cuenta cuando vi el dorsal y volví a entrar en pánico en plan: “ Pero qué cojones…y qué pinto aquí?”… La buena noticia es que podría salir antes al agua., eso decía Jose. A fin de cuentas, bien, menos agobio en la salida.
Esa noche dormí bastante intranquila, lo normal el día previo a una competición. Menos mal que la tarde anterior me eché una siesta.
LLEGÓ EL MOMENTO:
Sonó el despertador, y puse pies en el suelo enseguida.
Creo que lo peor de las pruebas de triatlón es precisamente este dichoso momento en el que suena la primera de las varias alarmas que ponemos para no quedarte dormido.
Incapaz de abrir los ojos, miras al cielo y aún es de noche. Te pones el tri- traje, revisas el material que hay que ir a dejar a boxes antes de empezar (geles, bidones, el chip, las gafas de natación, zapatillas etc.).
Bajamos a desayunar y no tenía nada de hambre, pero siempre te obligas a meter algo: una tostada con mantequilla, pavo y un buen café largo.
Ya en el desayuno no me sentía bien. Los nervios, las emociones las tenía muy agarradas y no querían desaparecer. Le dije a Jose que me mareaba un poco.
Fuimos a llevar todo el material a la zona de la transición, últimos preparativos y gracias.a Dios, la temperatura ambiente no era demasiado fría… en unos 40 minutos arrancaba la prueba, la décima segunda edición del Infinitry 113 Peñiscola. Eran las 6:50 a.m
Vuelta al hotel, que lo teníamos al lado de la salida, a ponerse el neopreno, realizar mis minutos de meditación…
Mi único objetivo esta vez era poder disfrutar al máximo y dar lo mejor de mi con lo que tenía.
Bajamos ya a la playa, calentamos un poco…yo desde luego, muy poco para lo que pasaría después. Últimos mensajes de ánimo, abrazos y ale…
Cámara de Llamadas 7:25 am.
Apenas éramos 9 mujeres en élite, y aún así me coloqué detrás del todo.
Salí con muchas ganas de disfrutar del segmento de natación y encontrar mi ritmo.
Los primeros metros apenas cubren y vas corriendo. Esta vez, yo en modo pro, sin tener idea…se me ocurre hacer el “delfín” ( algo así como tirarte de cabeza para avanzar unos metros) y … : “!Joder, el maldito chip, se me va a caer! Cómo es posible si me lo puse debajo del neopreno!”
Me paré, coloqué el chip y a seguir de nuevo. El agua estaba muy fría.
Yo en plan pro, y me salió bastante “regulinchi”..luego José me comentó la jugada, se debió echar unas risas antes de su salida viendo el tremendo show que me había montado yo sola.
A lo que vamos…empiezo a nadar con la idea de ir calentando hasta la primera boya, que estaba bien visible. – “Isa, como en la piscina, ve calentando los primeros metros y luego intentando coger mejor ritmo”.
Pero enseguida, noté como si las piernas fuesen a reventar el neopreno, no sentía circulación por ellas y apenas podía moverlas… no les estaba mandando oxígeno suficiente y esa situación me empezó a agobiar.
Como siempre, intento concentrarme en dar brazadas e ir contando la respiración..pero joder, no funcionaba y me estaba desconcertando…unos metros nado a braza y miraba a mi alrededor…se me habían ido todas las chicas y estaba ahí, incapaz de decidir qué hacer.
Intento continuar con el nado, pero fueron apenas unas brazadas y de nuevo tuve que pararme…me estaba provocando yo misma un ataque de ansiedad al no ser capaz de centrarme. El chico de una de las embarcaciones me vio y gritó: –“ ¿estás bien?– a lo que evidentemente le contesté negando con la cabeza.
Se acercó y me animó: – “Venga sigue, poco a poco”.
Reanudé nuevamente, estaba cerca de esa primera boya, y empezaban a llegar los primeros triatletas por detrás…el mar ahora se movía demasiado y mi cabeza estaba más fuera que ahí dentro.
No me estaba encontrando bien, esa angustia estaba durando demasiado y no era capaz de concentrarme en algo que me distrajese para seguir nadando.
Otra vez saqué la cabeza, el chico de la embarcación volvió a acercarse y volví a agarrarme. Necesitaba respirar , y sólo pensaba en subirme a esa canoa, volver al hotel y tomar un café caliente. No quería estar allí, no me sentía con fuerzas… Al mismo tiempo, pensaba en mis amigos Ana, Javi, Rosa y Raúl, que vendrían luego a animarme a la carrera a pie… pero es que quería parar. No encontraba el foco de mandar todos esos pensamientos a otro lado.
Esta prueba era importante para mi, pese a no estar como a una le gustaría.
Una parte de mi quería continuar, pero otra mucho más grande sólo deseaba ir a descansar.
Ahí seguía agarrada a la embarcación, escuchando al chico, el ángel de la guarda, que me decía con voz calmada que respirase, que siguiese nadando, que él iba a estar cerca…que había entrenado mucho para estar allí ..( y yo para mis adentros contestándole, “bueno, mucho mucho no”…).
De pronto, – “ Isa, ¿estás bien?, ¿Todo bien? ”.
No sé cómo, pero era Jose, me vio, se paró, pero yo era incapaz de articular palabra, sólo gesticulaba con la cabeza diciéndole que no, no estaba bien..le dije que siguiera, que tranquilo. Insistía en saber cómo estaba, pero seguía agarrada a la canoa como si me fuese la vida en ello.
Miré de nuevo al chico de la embarcación, y comencé nuevamente a nadar, una brazada tras otra. Lo escuchaba animarme de lejos…
Di unas cuantas abrazadas y parecía que empezaba a calmarme, pero enseguida otra vez levanté la cabeza en busca del ángel de la guarda. Esta allí, podía seguir.
No sé cómo pero empecé a nadar continuo, el mar estaba muy movido. Pero ya no eran las olas, el frío..sólo quería nadar para salir de allí y coger la bici… Dejé de pensar y sólo iba nadando de aquella manera para acabar este segmento, de momento ese era mi único plan.
Al rato ya veo de lejos el arco de salida del agua. Sólo tengo que nadar en línea recta hasta allí, no queda nada y sin saber cómo, al final estaba ahí y no subida a esa canoa.
Seguía nadando, una brazadas más, … y lejos aún de la orilla, ya se hacía pie.. veo a todo el mundo andando sin mucha gana ( que teniendo en cuenta cómo estaba el mar de movido, salías como si te hubieses bebido todo la noche anterior)… En mi caso estaba tan ocupada en acabar, que el frío, las olas…creo que eran lo de menos para mi.
Anduve, ni siquiera hice el amago de correr porque cansa mucho más cuando el agua te cubre aún… pero unan vez pisé tierra firme…
Ya tenía el orden de cosas que tenía que hacer al llegar a la transición…entre otras, esta vez ponerme guantes porque con el frío y el querido Síndrome de Reynaud sabía no tendría sensibilidad en las manos en la próxima hora…
Corrí por la alfombra hasta llegar a mi bici. Era de esperar que estaba sola la pobre…con lo que había tardado en el agua a saber cuántas mujeres Ian por delante. En fin, me pongo calcetines, me pongo los guantes, casco, dorsal e ingenua de mi cojo la bolsita típica de calentar las manos que venden en Decathlon y me había dado mi amiga Ana.
Me subo con ganas de pedalear. Conozco el recorrido. Primeros metros, ni un rayo de sol y me pongo a agitar la bolsita de las narices confiando podría calentarme las manos… Y venga a agitarla y aquello, no sé… pero yo no sentía nada de nada. Las manos por supuesto, tampoco. A tomar por saco el recurso del calor.
La idea en la bici era pedalear por sensaciones, no darlo todo porque ya no había nada que hacer salvo acabar la prueba lo mejor posible y poder correr con continuidad.
Mira que hay fotos de la organización, pero esta el la única que tengo del sector de ciclismo.
Iba haciendo. Lo cierto es que el segmento de ciclismo es precioso. Un sube y baja continuo pero una maravilla de paisajes. En todo caso, mi cabeza estaba en otro sitio, no estaba yo en la prueba metida vaya.
No podía cambiar porque no sentía los botones de los cambios de las manetas, sólo podía cambiar desde los acoples….menos es nada.
Entonces, me vino a la cabeza el reel de un chico humorista de Instagram y yo pensaba: “Universo, vale ya de ponerme tantos retos. Ya está bien, no quiero más. Sólo quiero hacer la prueba, sin más contratiempos ¿es posible?.”
Señalización del kilómetro 30…-y yo pensando que me quedaban 55 más…madre mía… pues eso, mi cabeza no estaba en modo competición pero había que pedalear y punto.
Empecé a recuperar la sensibilidad en las manos a partir del kilómetro 45..venga va, muy bien.
Por lo menos, los últimos kilómetros iban a ser de bajada, te acoplas, pedaleas y para adelante.
Lo cierto es que se pasó rápido, no forcé y ya sólo quedaba correr. Mentalmente ya iba estructurando el plan de la carrera a pie: 3 tramos, coges un ritmo cómodo y no lo sueltas…
Llegando a la transición escucho a mis amigos y eso me da un chute importante de energía.
CARRERA A PIE 21 KM.
La 2ª transición la hice super rápido.
Empiezo a correr, miro el reloj y bajo el ritmo … – “nena, acabas de empezar, y ya sabes cómo va esto y lo que tienes, keep calm”.
En el kilómetro 2, me escucho cómo voy, mis sensaciones, mis piernas y luego miro el ritmo. No es rápido pero, mantente aquí, disfruta, sonríe…
Y eso hice. A pesar de todo, hacía apenas unas horas quería abandonar, y ahora sólo quedaban los 21 kilómetros de carrera a pie.
Sólo había una estrategia, paso a paso, mantener un ritmo cómodo, no pararme ( hasta que ves a tu amiga y te paras para llorar por que sólo ella sabe qué pasa por mi cabeza), y disfrutar de poder correr.
Aquí captura del momento.
Primer tramo, ahora a por el segundo que tiene unas cuestas muy curiosas…pero esta vez, no anduve como años anteriores. Pasos muy cortitos, y al tran tran. Sí anduve al llegar arriba de un par de ellas para soltar piernas y seguir.
Ya sólo quedaba el tercer tramo, igual que el primero por el paseo. Mis amigos estaba allí y eso me da energía. No te pares, sigue.
Punto de giro y apenas quedan 3 kilómetros Isa, ya está,… desde el punto de giro se ve el castillo de Peñíscola lejísimos, pero sabía estaba más cerca de lo que parecía. Me concentré en mantener ese ritmo, últimos kilómetros…
Ahí estaba ese punto del recorrido que indica derecha (siguiente vuelta), izquierda (a meta).
Te adentras en esa fortaleza, suelo empedrado y ahí estaban, Ana, Javi, Jose, Rosa, Raúl… joder, no me lo podía creer… No sé de dónde había sacado fuerzas tras ese fuerte bloqueo en el agua, con toda la mierda que tenía en la cabeza…pero están allí y eso me da mucha tranquilidad.
Ahora sí me estaba emocionando, pero no sé exactamente bien por qué.
Crucé esa línea de meta. 5h 27 min tiempo oficial. 15 minutos más creo que el año anterior, pero no estaba tan mal pese a todo.
– “Isa, ya está”. Sólo estaban los voluntarios.
Y entonces me tiré al suelo a llorar. Tenía tantas cosas dentro que tenían que salir de ahí, quería ese abrazo super fuerte. Pero sólo estaban los voluntarios y yo solo tenía ganas de llorar no sé exactamente bien por qué. Supongo que por haber tirado para adelante queriendo no hacerlo.
Me di las gracias por haber seguido adelante pese a las circunstancias, a no haber estado centrada. Me di las gracias por hacerlo sola una vez más. Los entrenamientos, la puesta a punto, los días que necesitas alguien para que te ayude en los entrenos, con los nervios… Lo he podido gestionar nuevamente y eso me hace saber que soy más fuerte de lo que creo.
Me tomé un rato más, y estaba deseando salir de la zona de llegada en busca de mis amigos y de Jose.
¿Disfruté de la prueba?. Me encantaría decirte que sí, pero no. No disfruté, salvo momentos puntuales. Porque cuando la cabeza no acompaña y no encuentras ese “dejarte llevar con todo”, es más difícil.
No son excusas, sabía perfectamente el estado de forma con el que llegaba, y lo que podía dar. Pero no contaba con que las emociones fueran más grandes de lo que yo podía gestionar. Vamos que, se me hizo bola, pudieron conmigo… pero no todo el tiempo.
El aprendizaje de todo esto, por si puede servirte o ayudarte: que pase lo que pase, intentes hacerlo lo mejor posible siempre con lo que tengas en cada momento. Y no siempre va a ser increíble, pero sé que vale la pena intentarlo y hacerlo; de haberme retirado no me lo hubiese perdonado, y eso es aún peor.
De modo que, si te encuentras perdido, ansioso, no sabes cómo continuar: Párate, respira, tómate el tiempo que necesites, y vuelve a empezar poco a poco.
Si has llegado hasta aquí, unan vez más, GRACIAS por dedicar parte de tu tiempo a leerme. Sólo quería compartir que, no siempre estamos bien, que la mente es el arma más poderosa de todas para todo y que aunque transitemos por un camino menos cómodo, la meta sigue ahí esperando a recibirnos.
Una vez más, a la organización del Infinitri 113 Peñiscola, enhorabuena por hacer de esta prueba, algo tan especial.
Eres una mujer poderosa.
Te admiro