Han pasado ya casi 3 semanas y todavía no me siento capaz de expresar todo el cúmulo de emociones que Challenge Roth ha provocado en mi. El proceso hasta llegar con una sonrisa de felicidad plena a esa meta, ha sido duro por varias razones pero…enormemente enriquecedor.
Para poder contaros porqué esta prueba, e intentar que sintáis lo mismo que yo, debo contaros dónde nació mi amor a primera vista y un poco el contexto de esta preparación. Como decía Ortega y Gasset “ Yo soy yo y mi circunstancia. Y si no la salvo a ella, no me salvo yo”… y el contexto de cada uno de nosotros, importa.
Te animo a que te sirvas un café, un vino o lo que te apetezca para la lectura de esta historia que, espero te haga sentir tan capaz y feliz como me siento.
CHALLENGE ROTH Y EL AMOR A PRIMERA VISTA
En 2016 acompañé a José y a otros compañeros suyos del Kálamos, a su segunda participación en esta prueba.
El hecho de viajar fuera del país a una competición implica que vas a descubrir sitios nuevos, gastronomía, conocer gente y es algo que de por sí es una aventura.
Fue llegar allí, a la Feria y recogida de dorsales y yo estaba alucinada y emocionada de todo aquello.
La extensión de la feria, expositores era una barbaridad. Muchos triatletas profesionales, paseando por allí, atendiendo a los atletas en las carpas de sus marcas patrocinadoras; Espacios destinados al descanso, otros a la gastronomía para poder comer allí, un espacio especial destinado a las actividades dirigidas a acompañantes y mujeres, muchas actividades. Una auténtica pasada.
Y ese estadio en el que espera la meta, del que tanto José me había hablado de cómo era la llegada.
Pero nada de eso es comparable al ambiente antes de la competición y por supuesto, el día de la prueba.
Ese 2016 fue muy especial y lo pasamos realmente bien. Entonces supe que, llegaría el día, no sabía cuándo, que lo haríamos juntos los dos.
Como hay tantísimas actividades al margen de la gran prueba, participé en una carrera de 5Km en la que lo di todo, y me lo pasé en grande. Tuve la suerte de conocer personalmente a Chrissie Wellington, triatletas ya retirada, quien hasta el pasado 25 de Junio tenía el récord de la prueba logrado en 2010.
( Con Chrissie Wellington, conocida como » Chrissie Smiles» en 2016)
Fue ella quien colocó la medalla a la ganadora de este año, Daniela Ryf, quien batió el récord de Chrissie de 2010 ( como anécdota, el entrenador de ambas, es el mismo, Bret Sutton).
Acompañaré esta historia con algunas de las citas del libro de Chrissie Wellington, “A LIFE WITHOUT LIMITS”, que leí hace años y me fascinó. Su historia merece ser leída porque es realmente inspiradora; y no por los 4 títulos que ganó en Kona, sino su historia personal hasta la fecha.
En este viaje de 2016 disfruté muchísimo, me enamoré de esa prueba y le dije a José : “Si algún día debuto en distancia Ironman, quiero que sea aquí”.
Desafortunadamente tuve que hacerlo hace 2 años en Gerona con motivo del Campeonato de España de Larga Distancia y prueba puntuable para mi equipo.
Comparar ambas pruebas y su preparación es como comparar el agua y el vino gran reserva. Tampoco yo soy la misma persona, ni las circunstancias lo son pero, objetivamente, no hay ninguna prueba que pueda superar a Roth.
EL PRÓXIMO AÑO SÍ…
Llevaba un par de años rondando en mi cabeza, pero para mi, hacer un Ironman es hacerlo cuando sientes que te llama, ni antes ni después.
En Julio del año pasado, un día tras el Ironman de Vitoria que corría José, abrían inscripciones ( 90 segundos bastaron para agotar las 3500 inscripciones ). Allí estábamos los dos, cada uno con su ordenador, a las 9:55 am esperando a las 10:00 para hacer click y esperar el correo de confirmación.
Ya estaba hecho, !Estábamos inscritos a Roth!! Una prueba que haríamos juntos, esa prueba que prometí sería la primera vez ( y para mi lo es, ya que El Ironman de Girona en 2021 no lo sentía así).
Hasta el mes de Febrero no fui consciente de ello y que empezaba la primera parte de mi preparación. Esa parte cuyo objetivo es que estés lo suficientemente en forma para afrontar el mesociclo principal del entrenamiento.
Por entonces, mi carrera andaba bastante mal, pues no conseguía encontrarme cómoda, siempre con las pulsaciones por las nubes y unos ritmos muy lejanos a los que estaba acostumbrada. Muchas sesiones de Ca-cos y caminatas largas.
La natación, ya desde hacía meses, otro desastre que me tenía muy desanimada a finales de año… es como si nada saliese mínimamente decente. Pero ahí estaba, ganas de mejorar no me faltaban.
Estar 5 días con mi equipo de triatlón en Altea en Enero, si bien no sumé muchas horas, sí me dio un golpecito de motivación. Ese mismo mes me apunté a un clinic de natación a ver si empezaba a tener mejores sensaciones en el agua.
CUANDO EL ENTRENO MENTAL ES MÁS IMPORTANTE QUE EL FÍSICO
Y en medio de recuperar la motivación, me viene un golpe personal inesperado que me descoloca y me pone todo literalmente patas arriba.
Así que tan pronto estaba contenta, como me daba una buena ostia de realidad…un día dormía bien, otros tantos no dormía porque la cabeza no ha dejado de pensar ni un solo momento. Tan pronto tenía ganas de comer como que el apetito desaparecía por completo. No tenía ganas de prácticamente nada, y pese a ello, me obligaba a hacer todo aquello que había que hacer para, por lo menos, intentar estar menos mal.
Y van pasando los días, las semanas, los meses…y por un lado me embarco en un proceso personal de auto conocimiento brutal que te remueve todo por dentro; pero por otro lado descubres que puedes ser mejor persona aún de lo que era. La vida es una constante toma de decisiones y acciones, y yo había decido apostar con todo. Y aunque me sentía bien por ello, el día a día era literalmente una jodida montaña rusa.
Muchas cosas siguen ahí, golpeando todo el tiempo, robándome energías..en fin, que no voy a contaros mis miserias pero…este contexto es importante para que, aprendamos que, pese a todo, cuando luchamos con todas nuestras fuerzas por algo, trabajamos conscientemente y diariamente, cuando somos capaces de focalizar nuestra atención con amor en aquello o quien nos importa …es más probable que las cosas salgan bien … No es garantía, pero sí las probabilidades aumentan.
«De todas las partes del cuerpo que entrenamos para esta implacable búsqueda nuestra, ninguna es más importante que la cabeza», Chrissie Wellington. A Life wothout Limits
Y cuantas más desilusiones tenía, más esfuerzo ponía en convencerme de que, quería llegar a esa prueba y hacerlo muy bien, disfrutarla, y no dejar que nada ni nadie me impidiesen estar presente ese día. Es tremendamente difícil, pero con mucho trabajo iba consiguiendo creérmelo, valorar todos y cada uno de los pasos que iba dando en todos los ámbitos, de confiar en los dos procesos que estaba llevando a cabo. El entrenamiento físico y el emocional.
Cada sesión era una prueba para mi, y el sacarlas adelante, poner toda la atención me ha hacía que cada día me sintiese más confiada, más motivada y segura. Trataba de ver lo positivo de cada situación que se iba presentando.
«Mantenerse positivo es realmente una de las facultades más preciadas para cualquier deportista. Eso, y la capacidad de mantenerse concentrado y disciplinado», Chrissie Wellington. A Life without Limits.
Sin distracciones y haciendo lo que hay que hacer, tomar decisiones y actuar. En realidad es sencillo, pero tenemos la mala costumbre de complicarlo todo.
En todo caso, ha sido un camino muy duro para mí, al margen de los entrenamientos. Y aunque siempre se aprende de cada situación y te invita a ser un poquito mejor persona, no resta el que me haya sentido muy rota por dentro en muchos momentos. Soy afortunada de tener cerquita a personas que están todo el tiempo para ayudarme a mirar siempre hacia arriba y no han dejado de cogerme de la mano cuando me caía.
[Al final del artículo, os he dejado los resúmenes de las últimas semanas de entrenamiento. Salvo 2 semanas, en toda la preparación no he superado las 15 horas semanales de entrenamiento.]
A lo que más atención he prestado, ha sido a la gestión de mis emociones en todo momento. Un proceso en el que estoy aprendiendo muchísimo de mi y creo me está ayudando a ser mejor persona, pero desde luego, es más complicado de lo que imaginaba.
Gracias a CUBE BIKES porque esta preciosidad es un avión al que he sabido acoplarme e ir tremendamente cómoda. Es el modelo AERIUM C:68, con mejoras y detalles más prácticos frente al anterior modelo. Para los más «frikis», llevaba las ruedas de perfil 80 cm tanto delante como detrás.
SEMANA PREVIA A CHALLENGE ROTH:
Había ido realizando sesiones de entrenamiento de las que yo llamo, “Ganar confianza” y si encima las haces más sola que la una, pues si las superas te crees «Wonderwoman». Y esto en ocasiones, nos viene bien.
Recuerdo un entrenamiento de 6 horas de bici con 30 minutos de transición a ritmo Ironman. Ese día, a los 90 minutos estaba ya aburrida y sin gana alguna. Pero había que hacerlo. Salieron 175 kilómetros en 5 horas 50 minutos, a un ritmo mantenido de 30 KM/ h y una transición muy buena.
Entrenos de ciclismo y carrera. pie, largos a ritmos alegres, mantenidos y sin distracciones. Todo me estaba saliendo bien. Durante los entrenamientos, lograba alejar cualquier pensamiento negativo y olvidarme por algunos momentos, la situación personal en la que me encontraba.
Entrenar en solitario, siempre he dicho que es una labor de autoconocimiento brutal. Por eso, cada sesión me ayudaba a ser un poquito más fuerte mentalmente . Como no te caigas bien, puede ser un verdadero infierno estar escuchándote durante tanto tiempo.
Empezaba a creerme que iba bien preparada y podría gestionar cualquier situación posible. Me imaginaba mil situaciones en mi cabeza e imaginaba también el modo de resolverlas.
Pero justo una semana antes me pasó algo que me descolocó, y removió por dentro. ( – “Joder, en serio, otra vez, no me lo puedo creer…”), lo cual, a unos días de la prueba, me obligaba a volver a sacar toda la artillería pesada para no venirme abajo y alejar cualquier emoción negativa que pudiese alterarme más aún).
Recuerda que, si la mente no está tranquila, el cuerpo tampoco lo estará. Yo no dormía por las noches, y no precisamente por no dar lo más bonito de mi en cada cosa que he hecho. Pero era lo que había.
Viajamos el jueves. Siempre nos gusta ir con tiempo, y además iba con un planteamiento muy para mi. Disfrutar de todo, de cada momento, de cada situación, sonreír todo el tiempo por la oportunidad que teníamos de estar allí, como de vacaciones. Y lo cierto es que, lo pasé muy muy bien.
Disfrutamos de la Feria, de pasear por diferentes lugares, de cenar en lugares bonitos ( bueno, una vez elegimos uno, ya no cambiamos más), de estar tranquilos, ir sin prisas y echarnos unas risas con los picnics que hacíamos para desayunar porque el hotel no tenía cafetería ( aunque ponía que sí). En resumen, estaba disfrutando del momento lo máximo posible y todo lo bueno me lo guardo para mi.
Me encontraba realmente tranquila, lo cual me sorprendía, porque suelo estar muy nerviosa antes de las competiciones. Había hecho mis deberes de visualización, repetirme frases escritas sobre por qué y para qué quería hacer esa prueba, todo lo que había aprendido por el camino y la promesa conmigo misma de disfrutar y dar lo mejor de mi sin pensar en nadie más. Había trabajado mucho los meses anteriores para que así fuera, aunque el entorno diario no acompañase.
Le dije a Jose que me extrañaba encontrarme tan tranquila; y eso que el día antes no se le ocurrió más que decirme una cosa ( imagino que para picarme un poco) que precisamente no era lo más indicado. Pero ya decía Nieztsche que “ lo que no te mata, te hace más fuerte”, y en mi caso, iba con más fuerzas que las que cualquiera imaginaba. Era de la única cosa que estaba segura.
LLEGÓ EL DÍA, ERA MI MOMENTO
La prueba comenzaba con la salida de los profesionales a las 6:30 am, y a partir de las 7 los grupos de edad. José salía a las 7:05 pm y yo 5 minutos más tarde.
A diferencia de otras pruebas, como amanece tan pronto ( sobre las 4:45 am), no llegas a la zona de boxes con oscuridad y eso te hace sentir con más energía y sin sentirte un zombie. Parece una tontería pero, cambia la cosa cuando aún es de noche y sales al agua con el amanecer.
Llegamos pronto, tranquilos para terminar de colocar los bidones, comida, estirar y disfrutar del ambientazo que había ya en el canal.
A las 7 y poco nos tocó despedirnos para ir cada uno a su grupo de salida. Le di un beso, un abrazo muy fuerte y alguna lágrima cayó de emoción. Cogí aire, respiré y me sumergí en mis pensamientos una vez más.
– “ Isa, mira a tu alrededor, es una pasada. Vas a disfrutar de la natación y toda esa gente que está a los lados del canal. Hace un día precioso y has trabajado y llorado mucho para poder llegar a este día y sacar todo lo bonito que tienes. A disfrutar”.
SEGMENTO DE NATACIÓN 3´8 KM
Y eso hice, me coloqué entre el grupo de mujeres que salíamos a las 7:10. Sólo observaba y sonreía para mí. Tenía ganas de empezar a nadar, tenía ganas de empezar.
Y allí estaba, dentro del agua esperando el bocinazo de salida. Tan pronto lo escuché empecé a dar las primeras brazadas, a sentir el agua. La temperatura ideal, podía ver perfectamente a través del cristal de las gafas. Respira Isa, desliza, disfruta y fluye en el agua.
Me iba encontrando muy bien, una natación nada forzada, y disfrutaba de mantener un ritmo de respiración controlado, de nadar fácil pero a la vez sentía estaba nadando muy bien. ( os adelantó que nadé más lento de lo que imaginaba ).
Sólo mantenía la concentración en disfrutar del agua, de las sensaciones, de no golpearme con nadie…Tan disfrutona iba que me fui unos metros de la boya del punto de giro. Pero no me puse nerviosa. Tocaba volver al punto de inicio. Cada 200 metros, creo, podías observar en paneles la distancia ya recorrida, lo cual ayuda bastante a gestionar el esfuerzo. No contaba que no veo un carajo, y donde ponía 1600, yo veía por ejemplo 1900… y así me equivoqué en un par de ocasiones.
En todo caso, se me estaba pasando super rápido, iba cómoda y lo más importante, feliz.
Ahora sí, tocaba dejarte ayudar por los voluntarios para subir la rampa que te dirige a recoger tu bolsa de la primera transición. Y claro, que una voluntaria acompañe a cada participante a la carpa para ayudarte con todo…hace que esta prueba, entre otras mil cosas, sea de otro nivel.
Ahora tocaba la bici, lo que más me gusta y donde quería sencillamente, gozarlo.
SEGMENTO DE CICLISMO: 180 KM
El Segmento de ciclismo eran 2 vueltas al mismo recorrido más el enlace hacia Roth y la transición 2.
Me subo a la bici, con la única estrategia de hacer la primera vuelta cómoda, ver cómo eran las subidas y poder hacer la segunda vuelta mejor o igual.
A los pocos kilómetros está una primera subida muy corta y realmente sencilla que no me supone ningún problema. Iba cómoda, sin forzar, y pese al reloj, el navegador ( que estrené el día antes), los vatios y todas esas historias…me dejé llevar por mis sensaciones.
Tras todos esos entrenamientos largos, aprendes a identificar cuándo vas bien, cuándo puedes apretar y mantener, cuando puedes apretar lo justo para no tener sorpresas.
Mi mente estaba tranquila, observando cada paisaje, disfrutando de las buenas sensaciones de las piernas. No las sentía pesadas, se movían relativamente fácil, con sensación de tener fuerza para lo que quisieran. Mente y cuerpo iban juntas, y yo sólo observaba desde fuera lo bien que se compenetraban.
Tocaba la segunda subida, graciosa pero que pude subir a plato ( la primera vuelta claro) y con la sonrisa en la cara. KALVARIEN es su nombre, así que os podéis imaginar. Corta pero con una pendiente considerable. Sin embargo, había tantísima gente en el recorrido que dejas que tu atención vaya hacia ellos y no a tus piernas.
Los kilómetros pasaban y estaba deseando llegar a SOLAR BERG, que el día anterior estaba vacía. Sí, esa imagen que se muestra siempre del Challenge Roth…
José me advirtió que, con lo emocional que soy tuviese cuidado por si me emocionaba demasiado y empezaba a llorar , a hiperventilar o no controlar mi respiración.
Joder, ya casi estaba. Giras y encaras el comienzo de la famosa SOLAR BERG. En los primeros metros hay muchísimas gente pero aún hay espacio, pero si alzas la mirada tus ojos sólo ven mucha, mucha gente junta animando y una finísimo espacio para que los triatletas pasemos. Una cremallera en toda regla.
Hay que estar ahí para ser conscientes de la magnitud real de esta imagen y las sensaciones que te invaden.
Lejos de llorar, me puse a sonreír a todos los que animaban , a disfrutar de ese momento aunque tuviese que dejar de dar pedales ( era imposible adelantar y tampoco tenía sentido hacerlo). Alzaba un brazo para que el público nos animase más aún. Sencillamente brutal. M Elo estaba pasando en grande.
Una vez coronada esa subida, quedaba poco para terminar la primera de las vueltas.
Me encontraba demasiado bien, pero de momento la idea era mantenerme así sin forzar nada, que luego había que correr una maratón.
Había una bajada prolongada, y allí me di cuenta que, las chicas no bajaban igual de bien que llaneaban, por lo que podía aprovecharlo para ganar tiempo y pasar a unas cuantas.
Pocos kilómetros para culminar la 1ª vuelta, miré el reloj para ver el tiempo y así tener referencias para la 2ª vuelta.
De manera automática di al botón del lap, olvidándome que estaba en modo triatlón. Vamos que, la lié porque empezó a marcarme transición.
Así que tuve que perder unos cuantos segundos finalizando actividad y buscar “Ciclismo” para la segunda vuelta. A tomar por saco el tiempo total y referencias. Miré que hora era ( no tenía la menor idea), y me detuve a hacer cálculos mentalmente de cuánto tiempo llevaba en total. – “Joder Isa, ni tan mal”.
Una vez hecha esa primera vuelta, de reconocimiento , no había nada realmente complicado, ni ninguna subida difícil, de modo que, mi objetivo entonces era al menos mantener el ritmo hasta ahora.
Iba feliz de la vida, y hacia el kilómetro 120, veo de lejos el rojo chillón. Allí estaba José .
Como iba, pensé , mantén la distancia sin pasarle a ver si puedes mantener el ritmo, así tienes una referencia. Pero enseguida, sin quererlo pasaba a su lado y me preguntó como iba : “ Bien muy bien, las piernas no duelen”.
Así, estuvimos un buen rato cerca el uno del otro. Subimos la Kalvarien por segunda vez, y nos mantuvimos unos kilómetros más relativamente cerca, manteniendo la distancia. Había una chica irlandesa, con la que también nos íbamos adelantando la una a la otra cada cierto tiempo y nos sonreíamos cada vez que lo hacíamos.
No había imaginado ver Jose en el sector de ciclismo, pero ese hecho me dio un empujón más de seguridad de que lo estaba haciendo bien.
Llegó un momento, próximo a la bajada que, ya no miré atrás. La única vez en todo este tiempo que sólo pensé en mi y en hacer mi carrera.
Hice el segmento de bici en 5 horas y 22 minutos.
Seguí descontando los kilómetros y cada vez sonreía más de pensar que ya sólo quedaba la maratón, que realmente en ese momento empezaría el triatlón de verdad.
El sector de carrera a pie es en el que suelo perder la concentración y entonces todo se pone de color oscuro. Pero esta vez, según iba calculando mis tiempos mentalmente, bajaba con margen para poder correr con tranquilidad.
En la segunda transición no te das ni cuenta de cuando el voluntario te coge la bici para dejar que vayas a por tu bolsa. La bolsa la tiene ya una voluntaria porque le han cantado tu número de dorsal, y corre contigo a la carpa a ayudarte.
Me cambia de calcetines, cogí los geles la gorra y el resto ya lo organizaba ella.
Antes de salir te ofrecían unas esponjas con agua que no dudé en coger par amojarme y colocarlas en los hombros.
SEGMENTO DE CARRERA A PIE: 42 KM
Ahora empezaba la fiesta. La espalda no dolía tras varias horas acoplada en la bici, y las piernas se movían decentemente.
El objetivo era no perder la concentración, no venirme arriba los primeros kilómetros con los ritmos y mantenerme lo más constante posible.
Algo que me ayudó muchísimo es que cada kilómetro está marcado, de manera que sabes exactamente en qué punto estás y cuánto queda. De este modo, iba pensando en hacer un kilómetro cada vez. Paso a paso.
Los primeros 25 kilómetros se corren al lado del canal, en un sentido, luego en el otro y vuelta al punto central para adentrarte en Roth y terminar con otros casi 16 kilómetros en otra zona que ya desconocía.
Miraba el reloj cada cierto tiempo para comprobar que me mantenía estable, me encontraba bien y dedicaba cada kilómetro a pensar en alguno o alguien en concreto. Una especie de ritual de reconocimiento a las personas que me han cuidado. Es una manera de centrar mi atención en algo y no dar cabida a ningún pensamiento saboteador…que en algún momento sabría llamaría a la puerta.
Otro punto, a nivel organización, realmente bueno es que los avituallamientos estaban cada 1´7 kilómetros. Una pasada. También podías ir fragmentando tu carrera de un avituallamiento a otro.
Mi consigna era no pararme en ninguno y no perder tiempo; de hacerlo, a partir del kilómetro 30, pero hasta entonces ir al tran tran. Tan sólo cogía un vaso, daba un sorbo y me lo echaba en la cabeza, o bien , mojaba las esponjas y me las colocaba de nuevo.
Llegué al primer punto de giro, y ahora tenía que correr unos 11 kilómetros hasta el siguiente. Al poco me crucé con José, que me lanzó un grito de ánimo y sonreí.
Sentía un poco de viento de frente, pero ahí estaba manteniendo un ritmo en torno a los 5:10 – 5:20 el kilómetro. «Manténte así, sin prisa, pero sin pausa y no te aceleres que si no la explosión puede escucharse en Madrid».
Joder, qué largo se me estaba haciendo llegar al 2º punto de giro. No pierdas la concentración, un pie tras otro.
Llegó un momento que no podía más, y tuve que pararme a un lado para hacer pis; bueno, agacharme y hacerme pis encima, sin más. No esta yo como para bajarme el tritraje y toda la historia.
Bueno, ya casi estaba en el punto en el que una bajada seguida de una cuesta nos colocaba en Roth para encarar la segunda parte.
Roth estaba lleno de gente, bueno, en realidad cada kilómetro estás arropado por gente.
Iba bien, casi cerca del kilómetro 30. Traté de recordar mentalmente el recorrido, y pese a saber que había una cuesta..no me la imaginaba así.
¿En serio esta cuesta ahora?, pensé. Empezaba a estar menos concentrada y decidí subirla haciendo ca-cos confiando el punto de giro estaba a los pocos metros de llegar arriba. Pero qué desilusión, no estaba y yo perdí la noción de cuántos kilómetros quedaban para la vuelta.
Llevaba tal cabreo encima que al que pasó a mi lado le solté un : “Where the heck is the fucking turning point? “.
Sabía que una vez llegase a ese punto, ya sólo era volver a Roth y ya. No me quedaba nada e iba bien de tiempos. Ese hecho hizo desconcertarme un poco, y entonces sí empecé a caminar en los avituallamientos al tiempo que bebía… no cogí nada de comer, salvo un trozo de sandía en uno de ellos.
Por fin, el punto de giro era correr alrededor de una placita, rodeada de gente tomando sus cervezas y nosotros con cara , a esas alturas, de: empieza a no ser divertido.
Pero estaba casi hecho, sólo había que volver al centro de Roth , alguna subida, y aunque los isquios estaban un poco tiesos sólo pensaba en que se me había pasado todo demasiado rápido. Me paré, estiré y otra vez a correr.
Volví a sentirme contenta, afortunada de estar disfrutando por fin de Challenge Roth y además hacerlo bien. En la bajada de lo que antes había sido la maldita subida, volví a ver a José. Me paré para preguntar cómo iba, le dije que aún quedaba un poquito para girar. Me dijo que estaba haciendo un carreón y me dio fuerzas.
No me lo podía creer, se estaba pasando todo demasiado rápido pero estaba a falta de apenas 2 ó 3 kilómetros.
Volví a a recorrer, esta vez cuesta arriba, un tramo empedrado lleno de gente animando, y escuché los ánimos de una chica española que me llamó por mi nombre. Qué ilusión.
En mi cabeza empezaron a amontonarse todos los malos momentos que había vivido estos meses, los entrenos en solitario en los que me moría por haber tenido la compañía de Jose, que estaba a otras cosas.. en fin, que era mi carrera, mi momento y había ido a regalarme el premio de disfrutarla.
Ya en Roth, las calles hasta arriba de gente animando , sólo quedaba entrar en el parque y empezar a saborear los metros finales antes de llegar al estadio. Me paré un segundo a estirar el sóleo que estaba como una piedra.
Y allí estaba , no me lo podía creer… no me veía pero, sabía que tenía una sonrisa enorme. Una vez mis pies pisaron esa alfombra color verde que me llevaría a la meta, sólo sentía una felicidad y orgullo de mi misma inmensas. Y aunque esté feo decirlo, esta vez sí me lo merecía más que nadie.
Llevaba meses luchando por sacar todo adelante: mis emociones, mis entrenamientos, mi vida personal y profesional… Hice de tripas corazón muchas veces, pero ese momento iba a vivirlo plenamente. Y vaya si lo viví.
Fui cruzar esa línea de meta y volví a acordarme de mis padres, hermano y esos amigos que no me habían soltado ni un sólo momento. Ellos sí me han acompañado en todo este proceso, y me sentí otra vez agradecida y afortunada de sentirlos cerca a pesar de estar a miles de kilómetros de distancia.
10 horas 33 minutos . ( me cago en todo, si no hubiese andado los últimos avituallamientos… jajajaj)
Di las gracias a algunas de las voluntarias. No me dejaban quedarme en zona de meta a esperar a Jose, tenía que ir hacia la zona post meta y esperar allí. Tenía ganas de darle un abrazo.
Con mi medalla y esa sensación de felicidad inmensa que recorría todos los poros de mi piel, me encontré a una chica inglesa llorando de emoción. Estaba sola, y emocionada de lo que acaba de hacer. Simplemente la abracé y la di la enhorabuena. La dije que tenía que sentirse orgullosa.
En la zona post -meta lo primero que ves no es un avituallamiento de agua, sino de cerveza ( sin alcohol, eso sí). Yo no bebo cerveza, no me gusta pero, en ese momento, entre la sed, la felicidad y mil emociones que llevaba dentro cogí una. ( acabé bebiendo tres).
Me dirigí a coger mi bolsa post -carrera para poder coger el móvil y llamar a mis padres. Mis amigos, Juan, Ana y Ale ya me habían dejado varios audios porque habían seguido toda la carrera.
Lejos del tumulto de finsishers, me senté alejada, llamé a mis padres y me quedé a esperar a Jose. Tenia ganas de verlo ya.
El día de después fue un día precioso de relax, pasear, estar tumbados frente al lago de Rothsee sin prisa alguna, de desayunar rico y comer helado. Fue increíble.
Todavía estoy procesado todo esto, y muchas cosas aún que me quedan por asentar y solucionar.
La larga distancia puede darte muchas alegrías, o todo lo contrario, nunca sabes a ciencia cierta qué va a ocurrir. Por muy preparado que vayas, puede ocurrir cualquier cosa que no controles.
Yo iba con la idea de que haría todo lo posible por hacer de Challenge Roth, mi carrera. Salió bien, muy bien, pero podía haber salido mal o que las circunstancias hubiesen podido conmigo. Lo que sé es que, si no hubiese puesto mis corazón en todo lo que he hecho estos meses, no hubiese salido nada.
Si has llegado hasta aquí, te mereces también una medalla. GRACIAS POR DEDICAR TU TIEMPO A LEER ESTA HISTORIA.
De todo esto sólo puedo decirte que, pase lo que pase, PON AMOR DE VERDAD, SINCERO a todo lo que hagas y hacia las personas que te rodean. Sólo así la mente estará más tranquila.
Lo que eleva al ironman por encima de otros deportes es la naturaleza visceral de la competición contra un enemigo fijo e inflexible: la competición contra la propia carrera. Ves a la humanidad en su estado más crudo, como lo mejor y lo peor. El ironman saca eso a relucir en ti. Chrissie Wellington
Estas son las capturas de las últimas semanas de entrenamiento. Como digo siempre, más horas no necesariamente implican que todo sea mejor. Pero el tiempo que dediques a ello, que sea al 200 %, sin distracciones, con intención y con acción.
Enhorabuena Isa! Qué bonito cómo lo cuentas casi como estar allí!
Precioso relato de una prueba tan dura. He empezado tarde a hacer deporte, y el Ironman es un privilegio que ya no tendré, pero leyéndote es como si lo hubiera hecho contigo. Muy emocionante. ¡Enhorabuena y mucha fuerza!