El mes de diciembre no podía empezar mejor. Este año ponía fin a la temporada deportiva igual que la pasada, con la Maratón de Valencia 2018.
Último mes del año para cerrar una etapa y dar comienzo a nuevos proyectos e ilusiones. Y no podía faltar la crónica de la que ha sido mi segunda maratón. Así arrancamos este mes ,y te invito a que revivas conmigo las emociones que sentí durante esos 42.195 metros… y esas semanas previas.
EL CAMINO HACIA LA MARATÓN DE VALENCIA 2018
Apenas he corrido dos maratones, pero sí puedo aseguraros que, correr una maratón no es correrla, es prepararla. Que cuesta infinitamente más que correrla.
La mayoría de vosotros, que me leéis y seguís con asiduidad a través de las redes sociales, habéis sido testigos y compañeros de viaje. Sin vosotros saberlo, me habéis acompañado en este período largo e intenso de preparación para la que ha sido mi segunda maratón.
Como os comentaba el pasado año en la crónica de mi primera MARATÓN, tenía claro que este año quería volver a correrla , sentir y experimentar cada una de las sensaciones a lo largo de los 42 kilómetros y esos 195 metros de pasarela azul. Había lanzado el reto a mi amiga Cristina Mitre, que entonces me esperaba con los brazos abiertos en meta.
Y sí, nos comprometimos a correrla este año. Tenía que ser Valencia.
Soy novata en esta distancia y no he visto ninguna otra, salvo espectadora en la de Madrid y corredora en la Media de Madrid ( que se celebra el mismo día que la maratón)… pero tenía claro que, como Valencia, ninguna otra. Y me reafirmo en esta afirmación.
Gracias infinitas a la ciudad de Valencia, sus calles, su gente animando a todos los corredores en cada metro del recorrido, a la organización impecable de esta prueba…. De hecho si repito esta distancia, seguro que volverá a ser en esta ciudad.
A lo largo de las últimas semanas os he estado subiendo en mi CANAL DE YOUTUBE diferentes video blogs compartiendo todas aquellas cosas que debemos saber pero que nadie te cuenta, y muchas ni están en los libros… También he compartido algún entrenamiento a través de publicaciones en las redes sociales…
EL COMPROMISO DE PREPARAR UNA MARATÓN
Pero como suele decirse, “ La Procesión va por dentro”. La preparación de una maratón no es dura, no. Es durísima.
La temporada pasada venía con otra base muy potente , mucho volumen y horas de entrenamiento . Este año, la situación era radicalmente distinta y mi cuerpo y mente no sólo lo sabían , si no que lo sentían en cada sesión.
He sufrido mucho a lo largo de las 10 semanas específicas de preparación ( ojo, que la preparación ha sido más larga; de ahí que resalte lo de ESPECÍFICA). No puedo comprender cómo se ha perdido el respeto ante esta distancia y lo que supone CORRERLA.
En esta fase específica, nos hemos centrado en lo que había que hacer: CORRER, y correr buscando ritmos que pudiese mantener en la maratón.
Ha habido muchos días que no era capaz de mantener ritmos decentes. Llegaba a casa frustrada, con el ánimo por los suelos y tenía que buscar mil maneras para encontrar la motivación y seguir cumpliendo con el compromiso de correr y preparar esta carrera.
Con muchas subidas y bajadas e intentando encajar las sesiones en la agenda, llegué a la semana previa con infinidad de dudas. En mi interior soñaba con poder mantener los ritmos con los que haba realizado dos de las sesiones más importantes. Pero cual fue mi sorpresa, al preguntar al jefe ( Acostadeentrenar) qué ritmo debía llevar durante la carrera, que me dijo no podía comenzar corriendo a esos ritmos deseados. Que me olvidase.
No os voy a engañar. Su contundencia me desmotivó y me hizo volver a la realidad. Sin embargo, había algo que me decía que arriesgase un poco.
Pero vamos a lo importante, el día de la maratón.
2 DICIEMBRE: MARATÓN DE VALENCIA 2018
Parecía no iba a llegar nunca. Pero apenas quedaban unas horas.
Días antes repasé mentalmente todas y cada una de las sesiones de entrenamiento, kilómetros recorridos, lugares, sesiones de fuerza y sensaciones que había ido teniendo y acumulando a lo largo de esas 10-12 semanas de preparación.
La media maratón que hice semanas antes me había dado un chute de fuerza al haberla corrido en 1hora 36 minutos; mejor marca personal y una media de 4´26´´/km. Había fuerza en las piernas. Aunque en las últimas semanas sintiese lo contrario.
Había hecho los deberes, y aunque no sentía la fuerza como el pasado año, tenía que confiar en que todo el trabajo estaba hecho. Había sido muy aplicada y debía confiar en ello.
- La mañana previa, como es habitual, 30 minutos de carrera muy suave y unos ejercicios de fuerza con el propio peso corporal.
- Ya por la noche, con todo preparado; la estrategia de nutrición memorizada y el recorrido ( con algunos cambios), tocaba dormir y descansar.
Después de todo ese tiempo de preparación sólo quería correr y acabar de una vez.
Jose no correría conmigo. Al principio me fastidió, porque me hubiese gustado llevar una liebre, una mano que me fuese ayudando en los avituallamientos, el saber que estaba ahí… pero como siempre, lleva razón. Y corro y compito mejor cuando voy sola.
Cristina llevaba a Carmen y a Laura de liebres pero el ritmo estipulado por el míster era distinto, no iríamos juntas.
Había hablado con Marcos, el chico con el que corrí el pasado año y nos conocimos en aquella misma carrera; sería genial poder correrla juntos este año y mejorar nuestras marcas del anterior.
Pero, no había nada cerrado. Tenía que pensar que tendría que hacer la carrera sola. Tenía mucho miedo porque, no soy muy buena controlando ritmos y mantenerlos. O voy como “Fitipaldi” o tan pronto “ Paseando a Miss Daisy”.
Quizá también vería a mi amigo Sergio. Corría su padre y él iría en bici.
Mi amigo Pedro, aparecería en el kilómetro 30 para acompañarme los últimos kilómetros e intentar bajar el tiempo; en principio, esto era lo único que tenía seguro.
MARATÓN DE VALENCIA
Llegado el momento, Jose y yo nos dirigimos hacia la Ciudad de las Artes, a escasos metros de nuestro hotel. Debíamos dejar las cosas en el ropero e ir cada uno a su cajón de salida. Teníamos poco tiempo y el follón era tal que decidimos ir ya cada uno por su lado.
Aquello era un barullo de gente de un lado para otro, demasiada gente y poco tiempo para entrar en el cajón de salida. Miré el reloj. Faltaban apenas 15 minutos para que la carrera diese comienzo y yo aún agolpada entre muchísima gente para entrar en mi cajón.
Entonces, desde la barrera vi a Cris. Colocada en el cajón. La entrada aún estaba lejísimos y las colas apenas avanzaban. Empecé a agobiarme bastante. No me daría tiempo siquiera a entrar y colocarme , darían la salida antes de que eso sucediese.
“ Isabel, ! Cálmate joder!, que en nada estás dentro”, me repetía interiormente para que no me diese algo antes de empezar-
Seguía avanzando a trompicones y entonces veo a los compañeros del Kálamos; también dentro y colocados. A ver si me daba tiempo, al menos, de situarme junto a ellos y no empezar sola.
8: 26 am, por fin dentro. Como una lagartija empiezo a avanzar entre los corredores hasta llegar donde estaban los amigos del Kálamos. Respiré profundo, exhalé fuerte y sonó el pistoletazo de salida.
Allí estaba Alberto, le dije si corríamos juntos, que iríamos bien. Entonces, atravesamos el puente estableciendo un buen ritmo y haciéndonos nuestro hueco entre tantos corredores. Al principio siempre es complicado hasta que vas encontrando tu sitio y tu ritmo.
Me iba asegurando que nos mantuviésemos entre los 4:50´´aprox. De ritmo crucero. Hasta el kilómetro 3 aún era difícil correr con seguridad, pero luego todo sería mucho más fácil.
Recordaba como si fuese ayer la maratón del año pasado. Ahora, la temperatura era perfecta, el pulso lo sentía calmado y con Alberto al lado no me sentía sola. Iba controlando los ritmos.
La verdad que una vez establecido el ritmo, comenzamos a disfrutar de la carerra, del ambiente increíble que inundaba cada rincón de las calles, cada metro del recorrido. Se nos dibujaban sonrisas tontas en la cara del puro disfrute que llevábamos. Nos sentíamos súper bien y allí estábamos de charla y contándonos nuestras cosas. Conversando y disfrutando como dos amigos sentados en una terraza de charlota.
“ Bien Albert, vamos bien, al tran tran hasta la media, a ver cómo llegamos. Pero si mantenemos este ritmo sería la leche”.
Nos íbamos ayudando en los avituallamientos. Primero uno cogía la botella de agua, y en el siguiente el otro. Seguíamos hablando de nuestras cosas, de cosas de la vida…y entre medias, tarareábamos canciones que iban sonando al paso por diferentes puntos kilométricos.
Estábamos disfrutando de lo lindo, lo estábamos pasando bien y encima manteniendo ritmos que durante sesiones de entrenamiento me hacían sentir agobiada.
Pero en competición, todo es diferente. El cuerpo los sabe y funciona de una manera muy distinta.
Los kilómetros seguían cayendo y estábamos cerca de pasar por la media maratón. Entonces veo a Cris y a Carmen. La pregunto cómo va, todo ok.
Alberto y yo seguimos, los dos más felices que nada. A lo lejos divisamos a los globos de las 3 horas 30 minutos. Habíamos salido tan detrás en el cajón que ni pudimos verlos antes.
“ Venga Alberto, Vamos a acercarnos y a pasarles. En nada subimos por la paralela de la Ciudad de las Artes y estará lleno de gente animando. Venga que estamos cerquita del kilómetro 27”
Pasamos a los globos y continuamos con nuestro ritmo. En uno de los avituallamiento se me cruzó un corredor por delante y tropecé. Me hice bastante daño en eltobillo, y me costó reanudar la marcha. Pensé se pasaría el dolor. Y así fue.
Quedaba poco para que Pedro apareciese por algún lado. Me dijo que estaría sobre el kilómetro 27, en el momento en el que el recorrido pasa al otro lado y discurre por el centro de la ciudad.
Los kilómetros pasaban y ahora recorríamos el centro de la ciudad. Alberto y yo nos mirábamos alucinados del ambientado que nos provocaba muchas emociones, cantábamos, íbamos flipando.
Llegamos al kilómetro 30 más o menos, y le dije a Alberto que apretase, que continuase que iba muy bien y que yo mantendría el ritmo.
Recta larga en la que veo a amigos animando ( Pablo Carmenado, Gema Payá)… y veo a Laura ( @makeupnine). Corrí a saludarla y preguntar cómo iba. Tenía problemas con la nutrición y no podía ir tan rápido como ella suele correr. La dije que comiese, sí o sí, era vital. La intenté animar un poco y la dije que nos veíamos en meta.
Seguí manteniendo el ritmo aunque la cosa empezaba a pintar fea. Para colmo, seguía sin ver a mi amigo y me extrañaba mucho porque si me había dicho que corría conmigo, sabía iba a hacerlo. Pero nada, ni rastro.
Le había dejado el día anterior un bote de cafeína para tomármela en el kilómetro 30-32, aunque aún llevaba geles. ( durante la maratón me tome un total de 7 geles, 3 sobres de Totum, y sorbitos de agua en cada avituallamiento).
Empecé a bloquearme mentalmente, no sé por qué, pero ya no mandaba señales conscientes a mis piernas.
Al rato, apareció. ! Aleluya!, pensé.
Venía sprintando el pobre desde el kilómetro 27, siguiéndome a través de la aplicación, que iba con cierto desfase en el mapa.
Ya sólo quedaban unos 8 kilómetros pero no iba centrada, no podía correr más rápido, y no era porque me doliesen las piernas. ( estaban cargadas pero, muscularmente no sentía iba mal).
Pero ahí íbamos, manteniendo ritmos y me iba diciendo que tuviese actitud y que sonriera ( qué cara llevaría ).Miraba el reloj y se esfumaba ese tiempo que , ilusa de mí, me hubiese gustado hacer.
Apenas 2 kilómetros, y entonces pensé. “ Isa, ya está, esto se va acabar”, y me dio pena. Resulta paradójico, ¿ verdad?, Querer acabar ya pero al mismo tiempo , no quería cerrar el capítulo. Algo así como cuando lees un libro y las últimas páginas te atrapan y hacen que quieras leerlo más despacio para que no acabe esa relación tan estrecha que sólo tú sabes has tenido. No sé si me explico bien, pero el caso es que se había pasado demasiado rápido.
Comenzamos a avanzar entre el pasillo que se forma por la cantidad de gente animando, que lleva a la entrada de la Ciudad de las Artes para encarar los últimos 900 metros.
Madre mía, empecé a encontrarme otra vez y lo único que sentía era dolor de pies, pero ahora sí quería correr ligero.
Pedro se despide y ahí estaba, unos pocos metros más para enfilar la recta que parece infinita de la famosa pasarela azul que se extiende sobre el agua. Esta vez quería disfrutar de cada metro de la misma. Y ahora sí, hice caso a mi amigo y sonreí.
Alcé los brazos al cruzar la meta y paré el reloj.
Marcaba 3 horas 24 minutos, y algo más de los metros reglamentarios. Ritmo medio de 4´46´´/kilómetro. Casi 5 minutos menos que el año pasado.
Ahora sí, felicidad y esperar a mis amigas. Entre tanto, asistí a un hombre que casi se desploma si no llega a ser por los servicios sanitario que lo recogieron en camilla.
Os dejo algunas imágenes con los momentos captados por Aitor Audícana. Sencillamente, BRUTALES.
A los minutos llegaron Cris, y las dos Lauras. Ya estaba hecho. Lo habíamos conseguido y lo mejor de todo: LO HABÍAMOS DISFRUTADO.
ESTO ES MARATÓN
Imagen de Aitor López de Audícana. Gracias por estas imágenes
Cris, si me lees. Enhorabuena una vez más por volver a disfrutar de esta distancia.Nos debemos otra, ya lo sabes.
Imagen de Aitor López de Audícana. Gracias por captar estos momentos con Laura.
Y pese a ese duro camino que nos permitió llegar hasta allí, sabia desde ese instante que todo aquello lo iba a echar de menos.
Una vez en la zona del guardarropa, comencé a encontrarme con amigos, compartir emociones, sensaciones. Un beso fortísimo para los valencianos Marcos, Ana; mi amigo Chiqui y su pupilo de Pers Running, mi alumna Lola que había hecho un gran 10K y estaba feliz….
Ahora en frío no os voy a engañar. Me quedé con ese espinita de que quizá si me hubiese concentrado hubiera logrado ese soñado tiempo de 3 horas 20 minutos… Quizá. Es algo que no se puede saber, salvo volver a correrla.
Hasta entonces, es momento de descansar y recuperar. De repasar esta temporada y recargar energías para la próxima.
GRACIAS INFINITAS compañeros por haber llegado hasta aquí, por cada uno de vuestros mensajes de apoyo en las redes sociales; a los amigos que se acordaron en enviarme un mensaje por WhatsApp dándome ánimos, a todos los que, de un modo u otro os acordasteis de mi y me animasteis. Gracias de corazón por hacer el camino más fácil.
Como siempre, gracias a mis incondicionales: mis papis, Jose, mi hermano, y mi familia. También a mis alumnos. Espero estar a la altura cuando os toque a vosotros.
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Qué bonito y emocionante Isa! Me has hecho hasta llorar imaginando mi momento de cruzar la meta en Madrid… Se que me esperan 5 duros mese por delante pero solo con pensar las 4 horas (o las que sean que voy con el objetivo de disfrutar) corriendo por las calles de Madrid… uf! Sigue motivándome, por favor je
Hola Carol,
Muchísimas gracias por dedica un tiempo para leerme.Me alegro que haya conseguido emocionarte y haberte transmitido esas emociones tan alucinantes.
El camino es duro pero, cuando el trabajo está bien hecho, merece la pena. Lo más duro son las 12 semanas previas; disfruta, aprende y el día de la maratón ve a recoger tu medalla.
Si no has visto los últimos vídeos de Youtube, te lo recomiendo por que es sobre la preparación, y son útiles ??
Un beso y fuerza campeona.
Isa???
Felicidades Isa! Qué grande eres! Yo llegué al cajón a las 8:39 (salida 8:42… a las 8:32 estaba aún en Alameda… uff….) Yo nollevé geles y justo en el 27 topé con el muro. Di un bocado a una barrita que llevaba de frutos secos y seguí… Digo yo que… tocará volver a correrla para hacer tu 3:20 y yo mi 3:50, no??? 😉
Un beso corazón! Grande, muy grande!
Hola Jacky,
Lo primero, enhorabuena maratoniana!!! ????????
Era un horror llegar a las entradas, deberían poner alguna más.
¿ Que no comiste nada durante la carrera?, nena, eso hay que cambiarlo eh? Imagínate si llegas a tomar geles!!! vuelas…
Desde luego que si vuelvo a hacer una maratón será en Valencia, sin lugar a dudas. Y conseguiremos esos tiempos compañera ??????
Un beso enorme?