Para mí, el grupo de entrenamiento es como una gran familia de personas, a quienes nos unen unas tremendas ganas de mejorar nuestro rendimiento y nuestro estilo de vida. Nos damos apoyo en todo momento, y hay tal buen rollo que a veces nos sentimos libres de contar con toda naturalidad experiencias que no contaríamos ni a nuestros de más tiempo.
Por otro lado, a mí nunca me ha gustado correr. Lo he intentado muchas veces pero no le encontraba sentido. Yo era más de ir a entrenar al gimnasio en sesiones de fuerza y si me daba tiempo, correr un poco en cinta. Empecé a seguir las recomendaciones desde que terminó el -primer- confinamiento, y le he ido cogiendo un amor que no esperaba. Ahora me encanta, es la sesión que más disfruto, una excusa para salir con un objetivo y a disfrutar del momento.
Incluso en los entrenamientos de fuerza, estoy haciéndolos de una manera diferente a la de siempre, y ahora me siento mucho más fuerte que antes. He mejorado en coordinación, en hacer cada movimiento siendo consciente de los músculos que muevo, de mantener la postura, de “estar presente” mientras entreno.
Reconozco que al principio, al ver las planificaciones pensaba que quizá al no ser específicas para mí, no me iban a ayudar a mejorar. Decidí confiar en los dos profesionales, y ahora me siento como una versión evolucionada de mí misma.